domingo, 17 de agosto de 2008

El Cruce de las lunas

Existe una leyenda muy vieja que narra el cómo, durante unos días, otra luna aparece junto a la ya existente, y un arco iris nocturno se genera en cierto lugar específico por el cual, si se atraviesa, se llega al cruce de ambas lunas que es el portal hacia un valle lleno de calma y serenidad eterna; Pedro Torres fue un hombre que tuvo una vida muy ligada a dicha leyenda y que de acuerdo a los relatos de sus amigos, descubrió el secreto de tal cruce.

Era la mañana de mayo de 1986 cuando Pedro Torres recibió una carta de una amiga de la preparatoria, en ella decía que porfín había encontrado la respuesta al enigma del cruce, luego de los acostumbrados saludos; Pedro creyó erróneamente que su amiga Clara había resuelto lo que había al final del cruce, por lo que prontamente la fue a visitar. Por desgracia a lo que ella se refería y que Pedro descubrió cuando con ella charló, era la fecha en la que la segunda luna aparecía, y sería muy pronto …

Clara era arqueóloga, trabajaba en investigaciones minuciosas para la Universidad Autónoma de México, y recientemente había estado realizando excavaciones en las ruinas de la gran Teotihuacan, descubrió, un viejo códice que mantenía información sobre la segunda luna que parcialmente aparecería en el cielo por unos instantes el próximo 27 de abril del presente año.

Al día siguiente, unos toquidos despertaron a Pedro Torres, se trataba de un hombre mayor fuera de la puerta de la habitación del hombre, tenía una gran barba no más limpia que el resto de él, pues cargaba con unos harapos malolientes y de coloración grisácea; justo antes de que Pedro llamara al personal del edificio para que sacaran al horrendo vegete del lugar, éste mencionó unas audaces y enigmáticas palabras que interesó a Pedro: “yo se donde aparecerá el arco iris el día en que Dima aparezca” exclamó el anciano, Pedro, inconciente de saber que era Dima lo preguntó y el sujeto respondió que se trataba del astro reflejado de la luna. -Yo puedo llevarlo a la entrada del puente para llegar al cruce si usted lo desea y en verdad está dispuesto a entrar en ese sitio- dijo el anciano. -¿Por qué tengo que estar dispuesto? claro que lo quiero, ¿quién no lo quisiera? Usted habla como si se tratase de un sacrificio--Claro que lo es señor Torres- Pedro guardó silencio, él nunca había mencionado su nombre, asi que intrigado lo preguntó, pero sólo obtuvo una respuesta que desvió la atención de Pedro, luego, el vegete entró en la habitación de Pedro y se sentó cómodamente en un sillón, como si fuese el dueño del hotel. Pedro, enfadado por tal osadía, le ordenó saliera del lugar pero el vegete, una vez más dejó sin palabras a Pedro, “debes dejar todo en este mundo para poder cruzar, pues no volverás” salió tan pronto terminó dicha oración. Pedro intentó alcanzarlo, pero al doblar una esquina de un corredor, desapareció.

Clara escuchó con atención y fascinación el relato que su amigo Torres le narró, pero ciertamente no la creyó, cuando Pedro abandonó la UNAM, que era donde se encontraba Clara, se encontró de nuevo con el viejo. -¿Está dispuesto? - le interrogó, -¿a abandonar todo en este mundo?Pedro negó con la cabeza, tenía una bella esposa a la cual amaba mucho, un par de preciosos bebés de dos años y estaba satisfecho con su empleo, -entiendo- exclamó el hombre, -no podrías abandonar a tu mujer y gemelos-Pedro quedó igual a como lo hizo el día anterior, ¿Cómo podía saber eso el viejo?¿acaso leía la mente o lo espiaba? Pero cuando iba a comenzar a formular preguntas, el viejo comenzó a caminar, pedro lo alcanzó, y el viejo se detuvo quedándose tras él, cuando Pedro volteó, el anciano había desaparecido.

Varias semanas pasaron y cuando, el día 25 llegó, el misterioso viejo borracho volvió a hacer su aparición. -Dígame- dijo Pedro -¿quién es usted?-Soy Berto- respondió el hombre -y el 27- continuó, -lo llevaré al lugar donde el puente toca el suelo terrenal. Es decir, el arco iris de la noche, pero no lo cruzará, únicamente lo verá y le diré lo que hay del otro lado-Nuevamente Berto no dejó que Pedro hiciese ni una sola cuestión siquiera en mente, se fue inmediatamente después de que la última sílaba salió de su boca, entró en una panadería, y cuando la puerta se cerraba, Pedro pudo ver como el pie del hombre se desvanecía en el aire.